Emociones, Elecciones, Posverdad y Democracia

12.03.2019

¿Qué tienen en común los personajes políticos Bolsonaro, López Obrador y Trump? (y no solo hablo de su contemporaneidad en años de vida)... pues bien los tres lograron mover el sentimiento masivo de hartazgo de las personas sobre el establishment y la incapacidad de respuesta de los actores políticos tradicionales.

Estos resultados demostraron que, en la región americana, ya no hay espacio para los escépticos políticos. A partir de la victoria de Trump y su escaso sentido de lo políticamente correcto, América Latina ha encontrado en López Obrador (AMLO) y Bolsonaro, figuras que marcan dos caminos posibles para los tiempos que vienen. Ambas figuras comienzan a desestabilizar el bien amado statu quo político e introducen (directa o colateralmente) nuevas variables al panorama político regional, desde dos polos discursiva e ideológicamente opuestos.

Consecuentes con ello, hemos visto campañas en donde la homofobia, la misoginia y la xenofobia, fueron moneda corriente (Brasil y Estados Unidos) o donde se apelaba a una campaña de miedo comparando al candidato con los regímenes dictatoriales de Latinoamérica (México). Todos ellos basaron además sus estrategias en el uso de redes sociales y aprovecharon al máximo las fórmulas de viralización de contenidos.

Los líderes de los dos países más poblados de las Américas habían capitalizado para bien o para mal el poder de las fake news, teniendo como terreno fértil para la movilización de emociones, el sentimiento masivo de hartazgo de las personas sobre el establishment y la incapacidad de respuesta de los actores políticos tradicionales.

Pero, ¿cómo entender este hartazgo ciudadano y la incapacidad de la política tradicional? Un punto de partida es el Latinobarómetro. Según su último informe, países como Brasil y México se mantienen sostenidamente por debajo de la media de la región con relación a su apoyo a la democracia. Perú también es parte de esa tendencia. Más aún, según el Democracy Index 2017, los tres países se encuentran en la categoría de democracia defectuosa (flawed democracy), experimentando año tras año caídas en dicho índice.

Dado lo anterior, cuando los índices de apoyo a la democracia comienzan a decrecer es porque existen otros factores (delincuencia, corrupción, violencia, situación política, entre otros) que detentan sus bases y que son percibidos por la ciudadanía como dañinos para el correcto funcionamiento del sistema. Cuando más coexisten estos factores con el sistema democrático, más se debilita su percepción como un sistema óptimo de gobierno.

En razón a ello, podemos constatar que, en el Latinobarómetro, en estos tres países, un tema crítico de preocupación (y que ampliamente influenciaron los discursos y banderas políticas de los candidatos en Brasil y México) es la corrupción. Como sugiere Lagos (2018), la corrupción distorsiona la formación de élites políticas. Unido a ese escenario, la desconfianza en el sistema democrático nos conduce al imperio del voto sentimental en la época de la "posverdad".

En noviembre del 2016, la Universidad de Oxford eligió "posverdad" como la palabra del año, coincidiendo con las victorias de Trump, del Brexit en el Reino Unido y el fracaso del referéndum sobre el acuerdo de paz en Colombia. El concepto de posverdad alude al hecho que la verdad habría devenido en irrelevante para las personas, y son más bien contenidos cargados de emoción los que toman significancia.

En este contexto de descrédito masivo por la verdad, las fake news son instrumentos poderosos en una lógica de redes sociales segmentadas y con facilidad para la viralización. McIntyre (2018) señala que las fake news no son solamente noticias falsas, sino deliberadamente falsas para servir a un propósito ideológico ulterior, con consciencia sobre el impacto emocional en su público objetivo.

En este cóctel de la posverdad, debemos añadir los algoritmos que utilizan hoy las redes sociales, que han devenido en complejas fórmulas que toman elementos como la minería de datos y el machine learning diseñados para que el contenido que tenemos, cada vez que miramos nuestras pantallas de móvil, corresponda con lo que esperamos encontrar.

De esta manera, paradójicamente, mientras más interactuamos, más nos encerramos en nosotros mismos, encajonándonos en cámaras de eco en las que vamos alejándonos de las discrepancias y de las interacciones críticas, y sólo recibiendo el contenido que más nos conforta y refuerza nuestras creencias.

Los artefactos actuales de comunicación (Whatsapp, Facebook, Instagram o Twitter) cumplen un rol amplificador del frame, el discurso y las fake news. En particular, en elecciones como las brasileñas o las norteamericanas, Twitter y Whatsapp constituyeron elementos clave para servir como cajas de resonancia cada vez más costumizadas, en los que los sesgos cognitivos se gatillan y refuerzan, a la vez que se aísla a los individuos en silos que les impiden contrastar argumentos o evidencias distintas a las que cada quién acoge.

De tal forma que así, las campañas hoy no sólo parecen haber incorporado como naturales elementos de fake news para desprestigiar al rival, sino también el despliegue de las contraestrategias. Así, en la reciente campaña electoral de AMLO, se lanzó Verificado desde la organización ciudadana y periodística, con el fin de enfrentar las fake news y "alertar sobre promesas irrealizables".

A ello hay que sumarle el sentimiento de hartazgo de las personas sobre establishment político y el trabajo de framing que realizan los candidatos en sus periodos electorales. Por ejemplo, en México se usó el framing de "la cuarta revolución" y en Brasil se usó "la verdad". Estos framing también pueden responder a la naturaleza del poder del líder. Mientras en México, AMLO representa un conglomerado nuevo creado por él, en Brasil se erige un líder político que se apoya en su poder personal.

Indudablemente, hemos presenciado un voto mucho más emocional, no centrado en las banderas ideológicas, sino en la inmediatez, o en la sensación de ella, para resolver los problemas que hoy atañen al ciudadano, independientemente del ala ideológica (izquierda o derecha) a la que pertenezca el movimiento político.

Justamente este voto se realiza casi siempre en el marco de elecciones libres, democráticas y competitivas y en la cual, cuando un candidato gana, experimenta la satisfacción de haber vencido el sistema imperante y se deconstruyen mentalmente ante los ojos de la ciudadanía como cruzados de la nación, con la misión de salvar a la nación de la política (como la conocemos), tal como lo señala Lagos.

Los procesos electorales que se aproximan en la región nos indicarán hacia qué lado nos iremos inclinando y cuál será el efecto que tendrán los modelos que impulsen Bolsonaro y AMLO, que parten de la ruptura con lo preexistente. Con distintos matices, es muy posible que las agendas nacionales prioricen la agenda anticorrupción, la seguridad y la economía, además de los efectos que sigan produciendo los altos flujos de migración.


Fuente:

  • Democracy Index. (2017). Recuperado de https://infographics.economist.com/2018/DemocracyIndex/
  • Marta Lagos, "El Fin de la Tercera Ola de Democracias", Latinobarómetro, 2018.
  • Lee McIntyre, Post-Truth, MIT Press, 2018.
  • Verificado. (2018). Recuperado de https://verificado.mx/
  • Bajo el lema "Juntos haremos historia", AMLO se refiere a la cuarta revolución como la Cuarta Transformación de la vida pública, construida sobre la base de: la austeridad, democracia directa, cero tolerancia a la corrupción e impunidad, lucha contra la inseguridad, guerra contra la droga, manejo de los flujos migratorios a través de propuestas de retención de talento y creación de empleo, reforma energética, consolidar el comercio internacional, reducir de manera enérgica la pobreza extrema del país y promover una adecuada reforma educativa.
  • A partir de la declaración mediática: "La verdad va a seguir iluminando nuestro país" Bolsonaro hace referencia a la toma de conciencia de los brasileños sobre los nexos entre el Partido de los Trabajadores (PT) y la corrupción. Esta narrativa es reforzada por el ingreso del juez Moro, considerado como un héroe de la lucha anti PT, a las filas del gabinete de Bolsonaro. Un acto simbólico que refuerza el lazo antipetista y consolida su construcción de la verdad a la luz de los hechos.
  • Marta Lagos, "El Fin de la Tercera Ola de Democracias", Latinobarómetro, 2018.
Doris Belfort - Blog Político
Todos los derechos reservados 2019
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar